LA ESPERA EN EL TRIGAL

 Era un acalurosa noche de verano, de esas que la luna llen ilumina lo suficiente como para ver en el campo perfectamente. El trigal estaba apunto de ser segado, tenía el tamaño suficiente y ya había dorado sufiente.











 
 Estaba limítrofe al monte, por lo que los animales merodeaban cerca de él por la base de alimento que suponía.













Pequeños conejos salían de sus madrigueras al fresco de la noche.



 La familia de zorros también salían de la zorrera, para buscar la comida con la que alimentar a su retoño, mientras el cuervo buscaba una rama donde pasar la noche.





Y los venados de la finca, salían también del monte para alimentarse.






 

Pero esa noche todo estos no estaban sólos, esta noche, en la torreta de las esperas estaba el señor del trigal y de la finca, que aguardaba escopeta en mano y con el aire a favor, al señor de la noche... aquel que podía dañar su preciado trigal apunto de ser segado.







Y es que allí en el trigal los daños comenzaban a ser patentes, los daños por jabalí podían llevar a fracaso la cosecha, y al amparo del frondoso mar amarillo  reposaba tranquilo y ajeno de todo el señor de la noche.




El trigal se mueve, y el sonido del trigo al ser aplastado y agitado es patente




El cazador rápidamente prepara sus prismáticos para estar ojo avizor a cualquier movimiento.


Y allí estaba "EL MACARENO" saliendo a escena. El cazador debía de tirarlo ya, no debía de dudar estaba a tiro, pero la ley de la caza obliga y ordena no tirar nunca hasta estar seguro de a que estamos tirando en primer lugar, y en segundo término a dejar cumplir la carrera del animal, y esté aún teia medio cuerpo en la maleza.



Y es que dicha ley existe por algo, pues la sorpresa de la noche fue de que no era señor de la noche quien estaba en el trigal, 


sino señora, y dicha señora llevaba a sus niños de paseo...y la ley está clara que madre con crías no se puede cazar



Y nuestro cazador, que es de buena práxis acomoda la escopeta en el muslo, y se hecha los prismáticos a la jeta, hoy no toca cazar...sino admirar la naturaleza que vive en su finca y en su trigal.



FIN










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